Además, la bicicleta repercute positivamente en la salud de su usuario, al practicar éste actividad física regular, pero también en la del resto de los ciudadanos porque, al no contaminar el medio ambiente, rebaja la incidencia de enfermedades causadas por la polución. Esto repercute en un ahorro para el sistema de sanidad pública.
Sin olvidar el beneficio que produce a nivel global, al no depender de combustibles fósiles, cuya extracción y uso es una de las causas principales de los conflictos en el tercer mundo, de la pérdida de biodiversidad, de la emisión de CO2 a la atmósfera y de que esté en peligro la supervivencia de la vida en La Tierra.
La bicicleta no es un capricho, es una necesidad.
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